En el centro teológico que da estructura al mundo de la creación y de la historia no está el cristiano sino Cristo mismo. Teología de la historia, que Balthasar publicó por primera vez en 1950 y en una nueva versión en 1959, remite a la existencia de Cristo en el centro de la historia. Aquí está en juego la reintegración del tiempo caído en el tiempo originario de Dios por medio de la obediencia de amor de Cristo al Padre. Esperando siempre su «hora» futura e inclinado bajo el tiempo humano general de la creación, en esta actitud Cristo se transforma en la medida y norma de toda existencia temporal. Bíblica y teológicamente está permitido –lo cual será decisivo para el seguimiento de Cristo– interpretar el acto fundamental de la existencia de Cristo como el acto de Fe arquetípico («Fides Christi», en Sponsa Verbi), en cuyo espacio santo se funda la posibilidad de la fe eclesial.

La edición alemana 2004 incluye también el ensayo «Kerygma y presente», de 1961, que aborda cuestiones relacionadas.