Comunidad San Juan
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Comunidad San Juan
Una comunidad de vida consagrada
La Comunidad San Juan fue fundada por Adrienne von Speyr y Hans Urs von Balthasar en 1945 como un instituto secular internacional formado por tres ramas (mujeres, varones y sacerdotes diocesanos), aprobado por la Santa Sede en 2000. Desde su misma fundación ella se sintió llamada a entrar en la tradición eclesial de la vida consagrada, que nace en la cruz y fluye sin cesar en el tiempo de la Iglesia. En la cruz, el Hijo en el Espíritu Santo cumple la Nueva Alianza. Antes de que todo sea cumplido, Él une a su Madre y a su discípulo amado Juan, les dona vivir juntos Su propia forma de vida pobre, casta y obediente y los deja como célula virginal consagrada en el corazón de su Iglesia naciente. El Padre que está en el cielo corona esta Alianza con su bendición eterna.
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Los patronos
Los dos patronos en el cielo de la Comunidad son San Juan Evangelista y San Ignacio de Loyola. Ella lleva el nombre de San Juan y toma parte en su misión. Juan es el «discípulo que Jesús amaba», el discípulo cuya misión eclesial es el amor: un amor que se dona, une y deja ser al otro. Juan une el corazón inmaculado de la Iglesia, María, y la Iglesia ministerial universal edificada bajo la autoridad de San Pedro, la piedra. San Ignacio es el discípulo de la obediencia cruciforme, el fundador de la Compañía de Jesús y el maestro de los Ejercicios Espirituales y del discernimiento cristiano. La unión espiritual de ambos patronos centra el corazón de la Comunidad en la obediencia de amor del Hijo al Padre y en el sí de su Madre: «Hágase en mí según tu palabra».
Vida de oración
El fundamento de la formación interior y del actuar de los miembros de la Comunidad es, en íntima unión con la vida sacramental de la Iglesia, la contemplación de la Palabra de Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como la tradición eclesial la explica y el Espíritu Santo la ilumina en el corazón del orante. Según sus fundadores, el «mundo de la oración» nace en el cielo y quiere comunicarse y envolver a toda la creación. Entrando en este mundo de la mano de María, los miembros aprenden a donarse, a orientarse según la estrella de la Revelación objetiva y a amoldarse a su luz y a su forma, a permanecer en la paz de Cristo en medio de la lucha de la existencia misional; en una palabra, aprenden, siempre de nuevo, a ser católicos.
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La misión
La misión de los miembros de la Comunidad es sembrar espíritu cristiano en ambientes no cristianos; los laicos, principalmente, en el cuadro de las profesiones seculares (como médicos, maestros, políticos, etc.), los sacerdotes en sus diócesis respectivas, teniendo a la vez presentes a todos los hijos de Dios dispersos en el mundo. Permaneciendo bajo la cruz como su lugar de origen y mirando siempre al Traspasado, la Comunidad quisiera llevar el agua de vida que de allí brota a todos los hombres que necesitan más amor, para así participar en la sanación de las heridas del mundo y de la Iglesia, y en el cumplimiento de la voluntad del Padre: que todas sus criaturas se salven y se transformen en fuentes de agua que saltan hasta la vida eterna.
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Contáctenos
Estamos disponibles para un diálogo personal con quien quiera profundizar en el carisma de la Comunidad. Además, en las huellas de los fundadores, quisiéramos promover el sentido católico de la vocación cristiana, la vida de oración y el discernimiento espiritual, también a través de los Ejercicios ignacianos.