«La angustia auténticamente cristiana es la descomposición del pecado al ser traspuesto en el fuego consumidor. El cristiano y la angustia hizo el intento de poner este síntoma importante de la existencia moderna bajo categorías cristianas». Así Hans Urs von Balthasar, en una mirada retrospectiva (Sobre su obra), concentra el significado de este escrito.

Ya la primera frase del libro nos dice que el estudio profundo y claro de Kierkegaard sobre el «concepto de angustia» fue el primer y último intento de una comprensión teológica de este tema. Al mismo tiempo, Balthasar lamenta la doble secularización que asoló a la angustia en el pasaje desde Kierkegaard a S. Freud y desde Freud a Heidegger. En ese vacío teológico han pedido la palabra ante todos poetas como Leon Bloy, Georges Bernanos y Paul Claudel en Francia y Gertrud von Le Fort en Alemania.

Sin embargo, también el aporte de estos poetas necesita ser clarificado. Balthasar corresponde a esta necesidad comenzando su estudio dando la palabra a la Sagrada Escritura. El cap. 17 del libro de la Sabiduría ocupa un lugar especial en el primer capítulo titulado: «La Palabra de Dios y la angustia». Lejos de toda neurosis del alma moderna, el segundo capítulo, «El cristiano y la angustia», nos presenta tres «leyes que describen la angustia cristiana». El recorrido puede dar ahora un paso hacia el tercer capítulo, «La esencia», que intenta fundamentar la esencia de la angustia en un encuentro con la interpretación filosófica y teológica de Kierkegaard y su posteridad, y aquí se ha de mostrar «si el principio bíblico ha podido aportar algo más y más profundo que el principio ‹psicológico› del gran danés» (Hans Urs von Balthasar, Introducción).