“Las visiones de Adrienne sobre la creación del mundo y las meditaciones que surgen de ellas son, en cierto modo, una contrapartida a sus experiencias [teológicas] del Apocalipsis”, nos dice P. Balthasar en su prefacio a esta obra.  El presente volumen (publicado en 1972) reúne los textos de esa contemplación sobre la creación y la caída del hombre en los tres primeros capítulos del Génesis. La mirada de la autora sobre esos misterios no es ni histórico-crítica ni alegórica, sino teológica, es decir, ella quiere comunicar el sentido  auténtico, cristológico, del relato.

Esta visión es posible, finalmente, porque en la previsión de Dios el mundo fue creado en vista de la encarnación de Cristo, en vista de una realidad venidera que el cristiano ya conoce y para la cual los relatos de la creación le aportan, a su vez, una primera prefiguración necesaria. En esta meditaciones deviene claro lo que significa el haberse emancipado de Dios y, al mismo tiempo, se intuye el camino que el Dios trinitario ha preparado –ya desde el origen– para el retorno del hombre y de la creación a Él.

Según el Prefacio de Hans Urs von Balthasar