Este libro nos muestra que el estado en el que hombre vive (el estado de los consejos evangélicos, el sacerdocio, el matrimonio) se funda es una respuesta a Dios. Allí donde el cristiano ha de estar, él cumple una misión divina y, en ella, se cumple. Este libro ilumina la realidad que nosotros siempre y en todo lugar vivimos en el seguimiento de Cristo y que hemos de comprendernos como miembros de su Cuerpo: «El Hijo no ha tomado su decisión para andar un camino que le pertenece solo a Él. Caminándolo, le abre al hombre en la fe el mismo camino de la decisión».

La palabra escuchada no puede nunca perder su fuerza ni en la «llamada» ni en «la vocación que le sigue». Día por día el cristiano ha de dejarse asumir en el servicio de la Palabra. Su vida a partir de la llamada divina consiste en un perseverar diario en ella, en un intento ininterrumpido de escuchar y obedecer.