El presente comentario es el fruto del mismo modo de meditar la Escritura que la autora ha empleado en sus otras obras. Por una parte, se trata de percibir no solo el sentido teológico de la verdad general cristiana, sino también el punto de vista particular del hagiógrafo mismo determinado por su misión, por su «carisma». Por otra parte, en todos sus comentarios y escritos, la autora se caracteriza por reconducir a sus fuentes de modo objetivo cada palabra que ahora la Escritura nos ofrece, pues todo lo antropológico remite a lo cristológico, todo lo cristológico a lo trinitario como a su Luz última. Por eso, basándose en Efesios 5,8-9: «Caminad como hijos de la Luz», el primer título dado a este comentario dictado en 1949 y publicado un año más tarde era simplemente: «Hijos de la Luz», pues los cristianos son hijos de la Luz. El fin del comentario es llevar al lector a vivir lo que San Pablo deseaba: el cristiano no ha de dudar sino creer que la luz de Dios es tan fuerte que no solo puede realmente vencer nuestras contraposiciones y tinieblas, sino también dar frutos de la Luz en nosotros y con nosotros, es decir, «Cada forma de bondad, justicia y verdad».

Según el Prefacio de Hans Urs von Balthasar