Más de un tercio de estas meditaciones sobre el Evangelio según San Juan está dedicado a su Prólogo (1,1-18). Adrienne von Speyr medita en actitud de oración sobre esta Palabra inasible, siempre más grande, que en Dios es creadora, es vida y luz, que con la parición de Juan el Bautista es testimoniada como fe, amor y esperanza y que viene al mundo en la forma de los sacramentos. Esa Palabra es reconocida y recibida por los hombres como su Señor y vive en ellos como la Palabra encarnada que los transforma en hijos de Dios.

Los capítulos siguientes (desde El testimonio del Bautista hasta El enfermo de Betesda) continúan a explicar los misterios aludidos en el Prólogo en los encuentros inmediatos de los hombres de su tiempo con la Palabra de Dios, dejando ver que la esencia de Ella es dar testimonio de la verdad de su Padre.