En estas mediaciones es vista cada una de las siete palabras de Jesús en la cruz en relación con cada uno de los siete sacramentos, estableciéndose así una unión entre la Palabra encarnada de Dios en la cruz y la vida y el actuar de su Iglesia.

Los sacramentos son «recipientes en cuanto pertenecen a la estructura de la Iglesia, pero también son el contenido de los recipientes en cuanto fluyen de la vida del Señor y la contienen. Y las palabras no solo acompañan a los sacramentos de un modo exterior como una indicación, sino que los expresan de un modo esencial. Son palabras sacramentales, contenedoras de vida, así como los sacramentos tienen por contenido la vida de la Palabra de Dios. Palabra y vida, palabra y sacramento, Cristo e Iglesia pasan inconsútilmente uno al otro» (de la Introducción). Las palabras del Señor establecen desde siempre los puentes entre cielo y tierra, Dios y los hombres.