La Teodramática

«La segunda parte de mi trilogía, la Teodramática (escrita entre 1973 y 1983), se funda, en primer lugar, en el concepto de misión, el cual supera –cumpliéndolo– el concepto psicológico cristiano de ‹papel› (cf. las imágenes teatrales antiguas y barrocas para la existencia) y, también, en la confrontación de la libertad creatural finita con la libertad infinita divina. En esta obra, la misión se establece de un modo definitivo como el concepto central de la cristología y del seguimiento de Cristo. Esto corresponde plenamente a la teología ignaciana-joánica de Adrienne von Speyr. Cabe decir que esa confrontación entre la libertad divina y la antidivina demoníaca ha sido en la vida de Adrienne al menos tan dramática y concreta como en la de Antonio abad, del cura de Ars o de don Bosco. La tesis de la obediencia misional a Dios ha tenido que resistir –siempre de nuevo y hasta el extremo– la prueba de fuego que consiste en asumir en sí la anti-tesis.» (Hans Urs von Balthasar, Nuestra tarea, 1984)

Volumen II/2: Las personas en Cristo

Mientras la primera parte El hombre en Dios ha estudiado como preparación al Teodrama el estar cara a cara de Dios y hombre, esta segunda parte, Las personas en Cristo, trata de las personas que actúan con Cristo como centro del drama de salvación. Se desarrollará centralmente un concepto de persona que surge de la cristología y que puede ser aplicado, análogamente, a las personas definidas a partir de Cristo. En el todo actúa un principio dramático. Por tanto, las personas de este drama no pueden ser concebidas ni definidas independientemente del curso real de la acción salvífica de Dios.

De este modo aquí son presentadas las personas importantes para el drama, sin entrar en el drama mismo (de éste tratará el volumen III de la Teodramática: La acción), lo cual sólo es posible si ellas ya son caracterizadas como personas de un drama, es decir, interiormente condicionadas y marcadas por su carácter dramático y por su estar puestas en el acontecer teológico del mundo. Para presentar a las personas principales (Jesucristo, María, los elegidos y enviados, judíos y paganos, el individuo, ángeles y demonios, Deus Trinitas), esta obra no entrará en el campo de los respectivos «tratados» teológicos (cuyo amplitud material aquí no podría ser circundada), sino que sólo ofrecerá (como lo hace un programa teatral) el perfil, el bosquejo de las personas en cuestión, hasta que resulte evidente su posición en el drama.