Adrienne von Speyr describe en este libro la vida espiritual del cristiano. Dirigiéndonos hacia Dios, Cristo anula la nihilidad de la existencia humana: «Siendo la Palabra, el Hijo acoge en sí toda oración y toda palabra del hombre». Solo ahora el hombre logra alcanzar la alegría y la verdad últimas por medio de la fe, del conocimiento de Dios y de su respuesta a la palabra de Dios.

Aquí la autora intenta hacer comprensible lo sobrenatural en la vida diaria de todo cristiano. En su camino hacia Dios, el cristiano no necesita darle la espalda al mundo, sino que puede «tomarlo consigo para que el mundo encuentre a Dios». Esto sucede en la oración, en el sacrificio, en la expiación y penitencia en favor de los demás, y también por medio del trabajo. El trabajo mismo puede ser expiación, puede ser seguimiento de Cristo. Dios da al trabajo su sentido y su fin, y lo eleva e introduce en el amor divino.