Siempre fue una exigencia teológica unir en Jesucristo el aspecto humano con el aspecto cósmico propio del Redentor del mundo. El cristianismo no puede renunciar a ninguno de los dos aspectos sin traicionarse a sí mismo. Pero, ¿cómo es posible unirlos? Este libro, escrito y publicado por primera vez en 1944, intenta dar una respuesta a esa pregunta. Así lo explica el mismo autor en un informe autobiográfico (en Sobre su obra) : «Lo que San Pablo denominó el gran ‹mysterium› es ese actuar de Dios con el mundo que a través de la creación, la revelación y la redención siempre permanece historia, acción, drama y tiene su centro en la plenitud del tiempo: la encarnación. Experimentar el mundo y la vida en ese misterio es el sentido de estos trece himnos cristológicos titulados El corazón del mundo, en que se trata de restituirle a la devoción del Sagrado Corazón de Jesús la dimensión cósmica, aún más, el infinito espacio interior trinitario de la unión hipostática». Y esto en un canto de alabanza: «¡Alabe, corazón mío, la grandeza del Corazón del mundo!».