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Carta a una carmelita

ハンス・ウルス・ フォン・バルタザール

A Carmelite nun
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書籍説明
言語:
スペイン語
原語:
フランス語出版社:
Saint John Publications翻訳者:
Belén Sarmiento年:
2025種類:
書簡
Querida hermana:
Fue un placer conversar un rato con usted, gracias por el tiempo que me ha dedicado. Hemos hablado de la oscuridad de la fe y de la vocación carmelita. Hoy, que la cultura general –antes cristiana– ya no apoya el acto de fe, este se vuelve más difícil, por eso tantos jóvenes pedían, antes que nada, una experiencia de la fe. Un poco como los fariseos pedían, primero, un milagro, para luego, creer… Experiencia social (un grupo, una parroquia, un movimiento) o personal… Eso se comprende psicológicamente.
Pero el acto de fe, en sí, es pura confianza en Dios, y por lo tanto, un despojo de ataduras y seguridades personales. Y si este acto de fe se vuelve un Seguimiento de Cristo (que ha tomado sobre sí el pecado del mundo con su oscurecimiento de Dios), puede parecer una suspensión entre cielo y tierra, como lo fue la Cruz, física y espiritualmente. San Agustín dice que tenemos nuestras raíces en lo alto, en el cielo, y que, por eso, quedamos suspendidos en el vacío –se puede ver en la pequeña imagen que dibujó San Juan de la Cruz: el Crucificado pendiendo en la oscuridad–.
Estoy seguro de que la verdadera vocación carmelita es la de estar «suspendido» con el Señor, sin una atadura verificable ni en la tierra ni en el cielo… Teresita en su camino subterráneo sin saber si avanzaba ni dónde llegaría. Pienso que es, sobre todo, el lado de la «experiencia» el que Dios suprime (lo guarda, por así decirlo, con Él) y que una suerte de semi-oscuridad es característica de la existencia carmelita. No hay que identificarla con la «noche oscura» de San Juan de la Cruz, la cual fue un carisma típico de fundador, así como muchos de los estados que Teresa de Ávila describe. Esas son experiencias que nunca hay que intentar copiar o alcanzar, en este punto, Teresita es un correctivo indispensable.
Es, tal vez, igualmente bueno, recordar que Cristo murió en el abandono y que la gran luz hacia la cual tendía San Juan de la Cruz –más allá de la Noche– no estaba prevista para esta vida. Dios puede dar un adelanto del cielo. Si Él quiere y cuando Él quiere, pero no hay ninguna ley, ningún sistema a partir del cual podamos alcanzar esta luz o consolación. Cada uno tiene su propio camino, previsto por Dios; incluso si el fervor de muchos fuera el mismo, nada puede ser anticipado por nosotros.
Le he dicho que pienso que San Juan de la Cruz ha hablado de la Noche Oscura como la purificación necesaria a su alma por humildad, no queriendo acercarse demasiado al Misterio de la Cruz, pero su experiencia es ciertamente cristológica; para nosotros, simples cristianos, la prueba de la semi-oscuridad (cf. ¡Teresita!) es suficiente, y puede ser muy exigente si dura mucho tiempo. También es cristológica.
Que la experiencia sea sustraída tiene siempre un efecto en el Cuerpo Místico: lo que Dios nos quita, Él lo da a otros que lo necesitan. El Carmelo es –como todo el mundo lo sabe o debería saberlo– una de las grandes obras sociales. Teresa de Lisieux: la rueda que hace girar toda la máquina, la jerarquía, las misiones…
Sea, pues, ferviente por nosotros que vivimos (en nuestras acciones) de su entrega. ¡Los numerosos «movimientos» en la Iglesia tienen una gran necesidad de apoyo en la oración!
Quisiera confiarme especialmente a sus oraciones.
Fielmente entregado a Nuestro Señor y a la Virgen.
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