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La obra literaria de Adrienne von Speyr
Las obras de Adrienne von Speyr1 surgieron a partir de 1944 como dictados (con la excepción de pocos libros que ella misma escribió), en parte también como puntos de meditación dados a un pequeño grupo de jóvenes que ella preside. La obra completa debería comprender más de 15.000 páginas, en su mayor parte está siendo publicada en Johannes Verlag Einsiedeln (casa editorial especialmente fundada para esta obra): los cuatros volúmenes sobre el Evangelio según San Juan, dos sobre el Apocalipsis, un volumen sobre el Sermón de la Montaña, uno sobre la Carta a los Efesios, otro sobre la Carta a los Filipenses, un libro sobre María, otro sobre la teología de la oración; así como un número de obras más pequeñas: sobre el capítulo 8 de la Carta a los Romanos, sobre las figuras del Antiguo Testamento, sobre Dios Padre, la infinitud de Dios, el misterio de la muerte, las puertas de la vida eterna (en donde se describen las aperturas que crean la gracia y la revelación desde el tiempo hacia la vida eterna), una pequeña ascética especialmente para las personas en el estado de los consejos evangélicos, también una traducción de la autobiografía de santa Teresita de Lisieux. Pronto aparecerán en la misma casa editorial un comentario a la Primera Carta a los Corintios, a la Carta a los Colosenses, a la Pasión según San Mateo, a las Cartas Católicas, a la mayor parte de Isaias y a algunos Salmos, así como una obra sobre el estado y la elección de estado [de vida cristiano].
Estas obras (a las que hay que añadir otras de carácter exegético que aparecerán más tarde: sobre el Evangelio según san Marcos, Hechos de los Apóstoles, un libro sobre las parábolas, sobre Job, el Cantar de los Cantares, las visiones de Daniel) preparan el camino a los escritos, en parte más difíciles, en los que se desarrollan ciertos temas fundamentales que en los escritos publicados solo son aludidos, sobre todo la teología del Sábado Santo, el «Descenso de Cristo al infierno», los misterios de la pasión en general, la teología del sacramento de la confesión que es interpretada en una relación sumamente estrecha con la cruz y el descenso, la teología del purgatorio, la teología de la Iglesia, la teología de la santidad y su tipología, los presupuestos y fundamentos cristológicos de la vida cristiana, en especial de la obediencia eclesial y de la obediencia de los consejos, una extensa teología de los sexos, una tipología de las formas de inspiración en la Sagrada Escritura, finalmente contribuciones a la doctrina de la Trinidad y una teología de la mística que va hasta sus fundamentos.
Para caracterizar, de alguna manera, la obra entera en toda su multiplicidad, señalamos tres aspectos: 1. La obra está tan atravesada por un impulso rector hacia lo objetivo, lo real, lo impersonal, que la personalidad de la autora con su espontaneidad y su sentido del humor solo brilla de un modo indirecto. El hombre es servidor de la majestad y del amor de Dios; el cristiano es servidor de la Palabra que es Jesucristo. Servicio y amor son una sola cosa: olvido de sí en la tarea del Amado. Esta actitud fluye de la actitud del Hijo de Dios, la cual a su vez remite al misterio intratrinitario. Frente a la tendencia –en aumento entre teólogos y espirituales– a comenzar, comprender y hacer viva la vida cristiana a partir de la psicología (profunda), la teología de Adrienne von Speyr actúa de un modo radical y casi furiosamente anti-psicológico. Así como la verdad, también la salvación y la salud psíquica del hombre está en la donación a su tarea. Misión es la voluntad de Dios para mí, así como es formada por la Trinidad en el cielo, como es vivida ejemplarmente y expresada y pensada de modo personal y único para mí en la Palabra encarnada de Dios, en un acontecer que aparece del modo más puro en la decisión y elección de los Ejercicios Espirituales, donde el que reza, el que está pronto a servir nunca jamás se elige a sí mismo, a sus mejores posibilidades propias, sino a la posibilidad de seguimiento que le es ofrecida. En esta aceptación de la misión en el sí mariano –que fundamentalmente no pone ningún límite– acontece la apertura de la individualidad limitada a la universalidad católica, radica la chance de gracia de la santidad. El espíritu del que ama es y permanece maleable por y para Dios, mucho más allá de lo que es naturalmente sospechable. Un impulso rector de la teología de Adrienne von Speyr es que ella pone de modo consecuente la experiencia de la fe al servicio del conocimiento de la fe, en contraposición a la mayoría de los autores espirituales que transforman la ciencia de la fe en espiritualidad, la teología objetiva en afectiva (y, por tanto, no son tomados totalmente en serio por los teólogos de profesión). «Cognitio experimentalis Dei» significa concretamente también «cognitio experimentalis Dei in Christo, in Ecclesia», significa cristología y eclesiología «experimental» en correspondencia con la forma encarnatoria de todas las gracias que nos son regaladas.
Solo esto otorga a la autora la posibilidad de escuchar la palabra de la Escritura con un oído tan realista, tan «eclesial». Un auscultar versículo por versículo con la plena atención de un alma que está a la escucha hasta lo más hondo de su ser. Para comprender una palabra nunca es solicitada otra en su ayuda, siempre es aferrada –sin pestañear ni distraerse– solo esa única, la que precisamente ahora está resonando, hasta que la profundidad que allí quiere comunicarse se haya abierto y desahogado. Cada frase es eclesiológica, cristológica, trinitaria, porque es verdad de Cristo o sobre Cristo, porque es inspiración del Espíritu Santo. Así, el comentario nunca se despliega en lo horizontal, sino que penetra y se hunde en la palabra misma. El comentario nunca sustituye a la ciencia «científica exacta» sobre el texto bíblico (un tal saber tampoco es de presuponer o buscar en una médica que no lee escritos teológicos o exegéticos), más bien va en dirección hacia lo que hoy suele llamarse «sentido pleno» (le sens plénier) y que siempre incluye la dimensión del Antiguo y del Nuevo Testamento, el sentido de la promesa y el sentido del cumplimiento. Muchos textos actúan a modo de contemplación hecha palabra y, por ende, son como una especie de preparación técnica de la palabra de la Sagrada Escritura para una nueva contemplación como «puntos de meditación».
2. De esto resulta el segundo aspecto: cristianismo es, esencialmente, vida de Cristo en la Iglesia y, por consiguiente, es misterio Esposo-Esposa. Pero esto se cumple en la cruz y en el descenso, en ese estado de abandono del Hijo de Dios en el que Cristo entrega su vida hasta el fin por su Esposa y a ella, y en el que se cumple la Alianza nueva y eterna. (Este aspecto de la obra tampoco puede verse suficientemente en lo publicado hasta la fecha, aparecerá más fuertemente en «Mateo», de modo decisivo en lo que puede muy bien denominarse la obra principal: las profundas meditaciones del descenso, donde también las «noches» de los místicos experimentan nuevas interpretaciones, meditaciones en las que el interés fundamental no está en el sujeto (en la vía purgativa), sino en el «objeto», en el acontecimiento de redención en Cristo, y este acontecimiento ahora se diferencia mucho más fuertemente que en el pasado entre el acontecimiento de la cruz y el del descenso. Así es recuperado un impulso importante de la teología de los Padres de la Iglesia y de la Iglesia oriental.) La pasión tiene su lado eclesial, de seguimiento, todos los sacramentos surgen en este lugar, no solo meritoria, sino existencialmente (un pequeño libro presenta esto de modo temático: Palabra de la cruz y sacramento). Lo que San Pablo dice del bautismo (Rom 6,3 ss.), lo que expresan con claridad las palabras de la consagración de la eucaristía, eso mismo Adrienne von Speyr muestra especialmente del sacramento de la confesión: el que se confiesa participa en la total confesión de los pecados del Hijo en la cruz ante el Padre, en la total absolución que allí el Padre otorga, pero esa misma participación incluye una participación misteriosa también en el descenso. Del reino de la muerte brota la vida nueva; del estado de perdición, el encontrar y el ser encontrado; de la desesperanza, la esperanza. En Cristo, el amor va por amor a la auto-enajenación, lo lejano se vuelve un modo de lo cercano, el abandono un modo de la intimidad. La existencia eclesial está en este círculo; toda cercanía de Dios que nos es dado vivir está comprada a peso de la lejanía de Dios en la cruz y remite a esta como a su fundamento, pero que esta misma lejanía de Dios es su extrema expresión de amor: Dios, tomando sobre sí la noche del pecado, puede transformarla en la noche del amor. De nuevo, aquí también el nivel de lo psicológico es decisivamente superado en lo teológico. Esto se vuelve ejemplarmente claro en María2, pero también en todos los demás santos, a cuya misión eclesial es dedicado un libro entero. Huelga decir hasta qué punto este pensamiento mira directamente a los ojos a las preguntas de nuestro tiempo y de nuestra humanidad. Aquí se ofrece una respuesta copiosa que está a la espera de ser acogida, ordenada y valorada.
3. Lo cristológico se funda totalmente en lo trinitario y siempre debe ser aclarado a partir de lo trinitario y remitido a ello. La distancia del hombre Jesús al Padre (que contiene en sí la distancia de nuestra existencia humana frente a Dios, más aún –formalmente– de nuestra existencia de pecadores frente a Dios) revela al mundo, al mismo tiempo, la eterna distancia entre Padre e Hijo en la unidad del Espíritu Santo. Dios es amor. Las interpretaciones de Adrienne von Speyr parten de San Juan: ella ha comenzado sus dictados con el Evangelio según Juan y siempre de nuevo –pasando por San Pablo y los demás hagiógrafos– regresa a él. Todo lo que existe en el mundo en todas las formas de relaciones humanas y cristianas, de estados y experiencias de amor, es para ella motivo y punto de partida para comprender un poco mejor la vida intratrinitaria. Y porque intuye lo trinitario en todas las cosas, en cada paso de su pensamiento es penetrada y trascendida por el carácter siempre más grande de la verdad divina. Fe significa reconocer que la verdad y la vida de Dios es siempre más grande que lo que nuestra vida e inteligencia pueden comprender. Por eso se habla continuamente de «hacer saltar», «estallar», «sobre-cumplimiento», «desborde», «exceder», de conocer por medio de la entrega de lo ya sabido en favor de una nueva inteligencia. Esta dinámica oscilante reconduce el «enmudecer» místico (no cristiano) ante lo «indecible» a su verdadera forma cristiana y bíblica: el postrarse humilde ante el amor siempre más grande de Dios, que no supera o anula la Palabra de Dios, sino que en el Tabor es elevada en la fe desde su forma humana a su forma divina. A partir de lo trinitario, la autora también interpreta los estados de vida eclesiales del matrimonio y de la virginidad, que aparecen marcadamente definidos en su propia estructura complementaria, sin que por eso se oscurezca la prioridad de los consejos evangélicos.
Después de lo dicho se nos permitirá la osadía de calificar a la obra de Adrienne von Speyr –tomada puramente en sí misma y en su totalidad, sin pronunciar un juicio prematuro sobre sus orígenes– como única en la historia de la Iglesia. La amplitud de las vistas teológicas e histórico-salvíficas recuerdan de alguna manera al panorama espiritual de Hildegarda de Bingen (también médica); el modo de interpretar la Escritura evoca en muchos aspectos al modo contemplativo de los Padres de la Iglesia (pero sin la ocasional arbitrariedad de sus alegorías), con los que no existe, sin embargo, ningún contacto literario directo.
La presencia de este árbol que se eleva y se abre inesperadamente en la arena de nuestro tiempo tiene algo de incomprensible que alegra en muchos sentidos. Al que quiera y no repare en hacer un pequeño esfuerzo le serán dados copiosos frutos. La obra ofrece un verdadero enriquecimiento, en especial, también para los sacerdotes, como alimento para la meditación, las homilías, la entera vida cristiana. La producción literaria de la autora está totalmente al servicio de la Iglesia. Adrienne guía un instituto secular en formación, todas las luces dadas por Dios quieren ser semillas para la vida de los laicos en el mundo secularizado de hoy.
- El texto original alemán (1957) presenta al comienzo un perfil biográfico de Adrienne von Speyr: «Sería prematuro extenderse detalladamente sobre la vida y personalidad de Adrienne von Speyr. Pueden bastar un par de trazos gruesos. Nació en La Chaux-de-Fonds en 1902 en el seno de la antigua familia protestante de Basilea de los von Speyr. Pasó una niñez y juventud muy intensas junto a sus tres hermanos, cuyas imágenes, situaciones y acontecimientos le están presentes aún hoy de un modo muy singular. Adrienne es un ser humano con sentido del humor, alegre; ama a los niños, es como si ninguna distancia la separara de ellos. La familia volvió a vivir en Basilea, donde Adrienne aprendió alemán, cursó sus estudios en el Gimnasio de esa ciudad y, después de pasar unos años en el hospital de Leysin, comenzó la carrera de medicina a la que se dedicó con entusiasmo. Aún siendo estudiante de medicina se casó con el profesor titular de la cátedra de historia de la Universidad de Basilea, Emil Dürr, que murió tempranamente en 1934 víctima de un accidente. Poco después contrajo matrimonio con Werner Kaegi, también titular de la cátedra de historia en la Universidad de Basilea, conocido por sus «Meditaciones históricas», sus traducciones y, especialmente, por su biografía crítica sobre Jakob Burckhardt. En 1940, Adrienne se convirtió [a la fe católica] siguiendo una necesidad que abrigaba desde la juventud; un torrente de gracias se derramó sobre su vida que, desde entonces, está cargada con constantes enfermedades graves. Sus más cercanos conocen su acción al servicio de los pobres y, a menudo, al servicio de los «casos» más difíciles e ingratos, mientras que los más lejanos pueden hacerse una idea de ello gracias a las obras publicadas». Una biografía más amplia así como el plano completo de la obra puede consultarse ahora en la web balthasarspeyr.org.↩
- Sobre María ha sido publicado hasta ahora [1957] un libro, Magd des Herrn, que muestra su «existencia teológica»; más claramente habla de esto un tratado sobre el Adviento de María [ahora en Objektive Mystik] y uno sobre su corredención [María en la Redención].↩
Hans Urs von Balthasar
Originaltitel
Das literarische Werk Adrienne’s von Speyr
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Technische Daten
Sprache:
Spanisch
Sprache des Originals:
DeutschImpressum:
Saint John PublicationsÜbersetzer:
JohannesgemeinschaftJahr:
2022Typ:
Artikel
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